Mucho se ha hablado en los últimos años de la “Responsabilidad Social Empresarial” (RSE), término que se utiliza para definir la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas. La RSE pretende buscar la excelencia en el seno de la empresa, atendiendo con especial atención a las personas y sus condiciones de trabajo, así como a la calidad de sus procesos productivos.
En nuestro país la participación del empresariado en el desarrollo ha sido importante no solamente desde la óptica de su apoyo económico, sino también se podría afirmar que en muchos sentidos el apoyo del sector privado ha sido crucial en la defensa y avance de muchas iniciativas comunitarias e inclusive, en la definición de políticas públicas, particularmente en el ámbito educativo, medio-ambiental y de apoyo crediticio al sector económico informal. Se destacan muchos empresarios/as apasionados/as con diversas causas siendo líderes en sus respectivos campos de acción. Los casos abundan de personas cuyos aportes son de tal magnitud que sin su participación la situación del país estuviera mucho peor de lo que es actualmente.
Por otro lado, no cabe duda que también hay muchas empresas que se involucran en el desarrollo por obligación y de manera paternalista con una visión que enfoca los síntomas de los problemas que nos aquejan en vez de las causas. En fin, la participación del empresariado desde la óptica de la RSE aun es muy tímida y necesita evolucionarse bastante.
Personalmente yo tenía el temor de que esto podría ser otra moda pasajera, pero esto no ha ocurrido y se percibe que tal como ocurrió con el tema de género, de juventud, medio-ambiente y otros, su permanencia se destaca como un tema trasversal en las políticas y programas de desarrollo. Como toda moda, este es solamente el comienzo y transición hacia un nuevo empresariado informado, conciente, sensibilizado y partícipe en las decisiones y acciones a favor de nuestra sociedad.
Para que la República Dominicana se encamina hacia la igualdad (en todos los sentidos) y para que sea sostenible económica y ambientalmente, el sector privado no puede conformarse con apoyos puntuales y no estratégicos. La situación mundial ha cambiado y los empresarios, al igual que los gobiernos y la comunidad en general, tienen que cambiar. De hecho, su razón de ser tendrá que transformarse, ya que ante los retos que se nos avecinan, no es suficiente el lucro individual a expensa del bien común. Hay indicios de que esto empieza a ocurrir, con muchos ejemplos de una conceptualización coherente y proactiva frente a la crisis actual.
Lo que tienen que entender es que adoptar una nueva visión de hacer negocios no implica perder dinero, porque de eso no se trata. Todo lo contrario. Un buen ejemplo de esto es la clasificación “Green Globe” otorgada a los hoteles ambientalmente responsables y la que corresponde a las playas (“Blue Flag”) que se manejan con criterios de limpieza, acceso, no contaminación, etc. Muchos son los turistas que prefieren ir a un destino que ha obtenido estos reconocimientos e inclusive están dispuestos a pagar mas para el privilegio. Por otro lado, los productos agrícolas orgánicos tienen una demanda por encima de los tradicionales, cuestan mas y no son tan adversos al ambiente como los demás rubros.
Algunas empresas empiezan, correctamente, a reconocer que sus empleados y las comunidades en donde viven sus familias son sus socios, pero aun no toman el paso de realmente convertir esa población en co-dueños de las empresas. Tarde o temprano, esto cambiará y hay ejemplos de la creación de cooperativas que fomentan no solamente una mejor distribución de los ingresos, sino tambien una mayor identificación y orgullo por parte del empleado con la empresa, cosa que siempre tienen sus consecuencias positivas.
Las formas de como las empresas se manejan hacia su interior también está cambiando. Por ejemplo, están entiendo que una empresa que maneja sus operaciones de forma muy vertical jerárquicamente tiende a ser estática y no muy capaz de ajustarse a los tiempos muy volátiles hoy día. La inclusión del personal en la toma de decisiones permite captar mas experiencia y mayor nivel de co-compromiso y co-responsabilidad en los asuntos del manejo de la empresa. El lugar de trabajo no es simplemente un mecanismo de recibir un cheque o de cumplir con un horario, sino una oportunidad de crecer tanto a nivel personal como profesional.
Enfatizo, la empresa no puede ser solamente un mecanismo de lucro individual, sino un factor importante en el desarrollo sostenible equilibrado de la sociedad donde todos podemos ganar. Los empresarios no pueden preocuparse solamente por su balance económico, sino además por su balance e impacto social y ambiental. De que sirve explotar los recursos del planeta para obtener beneficios económicos si al mismo tiempo lo destruimos.
Por la gravedad de los cambios climáticos que se avecinan, esto ya no es una recomendación, sino una necesidad. El Comité Intergubernamental sonre los Cambios Climáticos de las NNUU (IPCC) está ya hablando de colapso económico si seguimos con el estatus quo. Todos tenemos que cambiar, y rápido. Poner en práctica una nueva forma de vida, de inter-relacionarnos y de hacer negocios es imprescindible. Algunos lo quieren llamar capitalismo social. No le quiero poner nombre, solamente se que si no cambiamos radicalmente, dejaremos un mundo a nuestros hijos y nietos en un estado mucho peor de lo que lo encontramos y eso es inaceptable y desdice de nosotros como personas.