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DESARROLLO INTEGRAL BARRIAL

DESARROLLO INTEGRAL BARRIAL

En los últimos meses el tema del pandillerismo barrial ha sido un punto de mucha discusión en los medios de prensa. Se han discutido sus causas, tales como la desesperante situación de hacinamiento, caos y abandono que predomina en estos asentamiento, más la insalubridad, desempleo y sobretodo la falta de una orientación concientizadora que es tan necesaria en estos días de confusión.

A la vez se ha hablado sobre los efectos del pandillerismo, tales como los actos de violencia, los robos, las violaciones, etc., que han creado un ambiente de mucha tensión e incertidumbre, donde el abuso del hombre contra el hombre es dependiente de su instinto, siendo esto solamente supervivencia más que de una situación social y de respeto común.

Sin embargo, no se han presentado alternativas de solución que enfoquen en las causas reales de este fenómeno. En sí muchas de las propuestas se concentran en las hormigas olvidándose del elefante.

Tenemos que recordar que el pandillerismo barrial no es un acontecimiento aislado, sino un síntoma específico de un mal generalizado. El problema es que las respuestas a esta situación tienden a enfocar en las partes en detrimento de la totalidad. Eso es un error fatal que nunca podrá servir como solución viable ni permanente. Es como tapar el son con un dedo.

A través de su experiencia considerable a favor del desarrollo de los barrios marginados de Santo Domingo, el Instituto Dominicano de Desarrollo Integral, Inc. (IDDI) ha formulado una serie de principios fundamentales e inviolables que representan la base filosófica de la institución y que son utilizados en sus proyectos.

Estos son:

  1. Cualquier propuesta tiene que contemplar una visión global e integral y no solamente respuestas sectoriales. Este es autoexplicativo. Para desarrollar los barrios no se puede hablar nada más de vivienda o de salud. El hombre es una totalidad indivisible y debe ser considerado como tal. En los programas del IDDI se conjugan una serie de aspectos que son necesidades imperantes en los barrios tales como salud, educación, infraestructura, vivienda, empleo y otros. Cada una de estas partes son interrelacionadas y por tanto es contraproducente separarlas.
  2. Es imprescindible promover y fomentar el autodesarrollo y la autogestión de los moradores para que ellos puedan tomar las decisiones necesarias sobre su propio destino y así asumir la responsabilidad que le corresponde. Lo peor que puede suceder a una sociedad es la indiferencia que es producto de la dependencia. En cada barrio donde trabaja el IDDI  se fortalecen las organizaciones de base o si es necesario, se crean nuevos grupos democráticos y así siempre canalizar el apoyo a través de éstos.
  3. Se debe estimular la participación generalizada de los moradores a todos los niveles de los proyectos. Así se identifican con todo lo que se vaya a realizar, se motivan y se concientizan, condiciones indispensables para un desarrollo verdadero.
  4. Es necesario respetar en lo máximo el tejido sociocultural y económico existentes en esa población. O sea, se debe tomar en cuenta sus costumbres, tradiciones y valores culturales de los moradores. Si, por ejemplo, se interfiere con su mecanismo de ganarse la vida, puede ser que dejaríamos muchas familias sin una forma de subsistir.
  5. Se debe emplear un máximo de recursos humanos, materiales y financieros existentes en los barrios. Se habla mucho sobre la fuga de divisas de los países del Tercer Mundo hacia los industrializados, pero lo mismo sucede, a menor escala, de los barrios, hacia los sectores adinerados.
  6. Las soluciones deben ser de baja inversión de capital (para así ser replicable y costeable) y de mano de obra intensiva, creando así empleos.
  7. Es necesario promover solamente esas soluciones técnicas que estén dentro del alcance económico y educativo de los moradores. Solamente de esa forma pueden ellos asumir la responsabilidad para su realización.
  8. En la medida de lo posible, los costos invertidos deben ser recuperables para ser reutilizados en otros barrios.
  9. El proceso de desarrollo debe ser flexible para adaptarse a las condiciones locales de cada barrio. En definitiva, cada barrio es diferente y no se puede imponer programas que no estén acorde con esas diferencias. Al contrario, estarían destinados al fracaso.

En resumen, el problema del pandillerismo no es un elemento aislado de la realidad global existente en los barrios. Para enfrentar ésta hay que proponer soluciones globales que son a largo plazo y que involucren en el proceso de su propio desarrollo. Esto permite el escate de la dignidad que es derecho de todo ser humano. Necesariamente el proceso es lento, pero es la única alternativa viable recordando que no se puede imponer desarrollo sino convencer, motivar y concientizar al hombre para que éste sea coautor y copartícipe de este proceso. Solamente así se logra un verdadero desarrollo integral.