El nivel de desarrollo de una sociedad depende directamente del nivel de desarrollo de su pueblo, y el nivel de un pueblo depende de la educación de sus integrantes, o sea, de los seres humanos. De esto no hay duda, aunque con mucha frecuencia se quiere ignorar este hecho. En sí, no se refiere solamente al nivel académico del ser humano, sino más bien su conciencia. El único desarrollo verdadero empieza con nosotros mismos ya que todo lo demás simplemente es un reflejo de lo que somos, y eso incluye los sistemas económicos, políticos, sociales, religiosos, etc.
Por tanto, si realmente queremos que el mundo sea un mejor lugar para nosotros, nuestros hijos y nietos, debemos dedicar tiempo y mucha energía en hacer caso a esas cosas que nos podrían ayudar a ser mejores seres humanos. Además, es importante ser consecuentes con nosotros mismos y con la sociedad en que vivimos en el sentido de que tenemos que recordar que no podemos esperar que otros sean lo que nosotros no somos y no podemos esperar que otros modifiquen actitudes y comportamientos si nosotros no estamos dispuestos a hacer lo mismo..
En ese proceso de provocar transformaciones personales, el reto principal es la armonización y purificación interna del ser humano en todos sus aspectos. Por un lado, la armonización interna implica integrar todas las cualidades físicas, emocionales, mentales e intuitivas del ser humano para conformar una totalidad balanceada y equilibrada donde no existen un o varios aspectos que sobresalen en perjuicio de los demás, trastornando así nuestro comportamiento, actitud, visión de la vida, etc.
Por otro lado, la purificación del ser humano implica la eliminación del ego que, sin duda, es el obstáculo más grande de nuestra evolución personal. El ego es una ilusión que cada uno de nosotros construimos con la intención de defendernos de las agresiones percibidas de los demás. Es una ilusión porque cambia de un día a otro (o sea, que no es permanente sino transitorio) y se basa en el miedo: el miedo de fracasar, el miedo de perder, el miedo de las opiniones de los demás, el miedo de ser vulnerable, el miedo de morir, etc. El miedo distorsiona nuestra visión de la realidad y nos confunde constantemente. Es como si tuviéramos unos lentes muy oscuros que no nos deja ver las cosas como son de verdad. En la medida que vayamos eliminando el miedo y, por consiguiente, el ego de nuestras vidas experimentaremos una transformación muy profunda.
El reto es de purificarnos de tal forma que podamos limpiar esos filtros tan empañados a través de los cuales vemos la realidad. En vez de ver miedo, odio, rencor y malicia, debemos ver compasión, amor y paz. Tenemos el poder de ver lo que queremos ver. Las leyes del ego son totalmente opuestos a las leyes del amor. Por un lado, mientras más uno da al mundo menos tiene; sin embargo, mientras mas amor uno da más recibimos. En si, se pudiera ver al amor como el desprendimiento del miedo. La esencia del amor es de poder dar de él sin limitaciones. Solamente de esta forma podremos experimentar el milagro ilimitable del amor y de la bondad. Esto se logra mediante la comprensión de cómo el amor no tiene limites, se puede dar de el sin tener miedo de que éste se nos acabe.
El reto es de purificarnos de tal forma que podamos limpiar esos filtros tan empañados a través de los cuales vemos la realidad. En vez de ver miedo, odio, rencor y malicia, debemos ver compasión, amor y paz. Tenemos el poder de ver lo que queremos ver. Las leyes del ego son totalmente opuestos a las leyes del amor. Por un lado, mientras más uno da al mundo menos tiene; sin embargo, mientras mas amor uno da más recibimos. En si, se pudiera ver al amor como el desprendimiento del miedo. La esencia del amor es de poder dar de él sin limitaciones. Solamente de esta forma podremos experimentar el milagro ilimitable del amor y de la bondad. Esto se logra mediante la comprensión de cómo el amor no tiene limites, se puede dar de él sin tener miedo de que éste se nos acabe.
Somos lo que creemos. Nuestro sistema de creencias está basado en las experiencias del pasado, que son constantemente súper impuestos en el presente con la anticipación de que ocurra en el futuro. Nuestras percepciones del presente son tan controladas por el pasado que es casi imposible ver las cosas sin distorsiones y sin limitaciones. Con la voluntad, nosotros podamos reexaminar quienes creemos que somos y lograr una comprensión nueva y más profunda de nuestra identidad personal y colectiva.
Ya es hora de empezar a ver mas allá de nuestra realidad actual y entrar en un estado de claridad en que vemos que somos maestros de nuestros propios destinos, sujetos únicamente a nosotros mismos, capaces de cambiarnos a nosotros mismos y al mundo en que vivimos.