Este artículo es el segundo de una serie que publica el Instituto Dominicano de Desarrollo Integral, Inc. (IDDI) como parte de un programa de concientización pública sobre los problemas que afectan a la sociedad humana con la esperanza de que si conocemos mejor los problemas podremos tomar las decisiones correctas para solucionarlos.
Es claro que el mundo está atravesando una crisis ecológica de mayores proporciones. Nuestra biosfera ya no puede satisfacer las demandas de una población en constante aumento ni tampoco asimilar los desperdicios que el hombre industrial produce descontroladamente. Los sistemas naturales de nuestro planeta están en franca descomposición. Es difícil tomar conciencia sobre este problema y darse cuenta de sus catastróficas consecuencias porque el proceso de deterioro es gradual y en muchos sentidos invisible, pero las cifras hablan por sí mismas.
Los sistemas biológicos básicos: bosques, pastos, mar y tierra cultivable, que nos proveen de los recursos que alimentan al hombre, se encuentran en un estado de caos. Esto se debe a una sobreexplotación por parte del hombre. Por ejemplo, estamos explotando la vida marítima de tal forma que su capacidad de autorregulación y reproducción se está viendo alterada. Esto se evidencia por el hecho de que la extracción de peces per cápita llegó a su máximo nivel en el año 1976 con 18.5 kilogramo y desde esa fecha se ha ido disminuyendo constantemente, siendo hoy solamente de 15.0 kilogramos.
La producción per cápita de madera de nuestros bosques fue mayor en 1964 con .67 metros cúbicos y hoy es de solamente .58. La producción per cápita de carne de res llegó a su nivel máximo en 1976 con 11.6 kilogramos, pero hoy solamente es 10. Lo mismo sucede con la producción per cápita de granos que fue mayor en 1978 con 351 kilogramos, pero hoy es nada más 325. O sea, ya la producción de sistemas biológicos de nuestro planeta no puede satisfacer las necesidades de una población en constante aumento.
Ya sabemos, de evidencia arqueológica, que cuando las civilizaciones antiguas como las de Mesopotámica, enfrentaron la deforestación, erosión de los suelos, sobre pastoreo, salinización de los acuíferos, desertificación, etc., se produjo la parálisis económica y luego la desintegración social. Eso mismo está sucediendo ahora empezando con Etiopía, Sudán, Somalia y otros países del continente africano. Pero hay una diferencia marcada esta vez. En tiempos anteriores los problemas ecológicos eran locales y en gran medida, las migraciones de la población permitían que los sistemas naturales se recuperaran. Hoy el problema es global en escala y con una población en aumento, sin ningún lugar donde poder escapar. Estamos atrapados sin salida.
Para poder salvar nuestra forma de vida hasta donde sea posible y crear un mundo ecológicamente sostenible, será imprescindible realizar ciertos pasos. El más importante de éstos es controlar el crecimiento poblacional. Hay ciertos límites de capacidad ecológica asimilativa de las exigencias de una población en aumento.
Hoy hay aproximadamente 4.8 mil millones de habitantes en la tierra y se espera que para el año 2000 (en 15 años) la población aumentaría aproximadamente en 1.6 mil millones más, para un total de 6.4 mil millones. Las Naciones Unidas proyectan una población mundial de 10.5 mil millones antes de que se estabilice, o sea, más del doble de la población actual (otras proyecciones son más altas aun). Esto implica una situación desastrosa. Por ejemplo, la población de Nigeria, que es hoy de 85 millones de habitantes, se proyecta a 425 millones, o sea, casi la población actual del Continente Africano entero. La proyección del subcontinente indio (La India, Pakistán, Bangladesh) será de 2.3 mil millones de personas, más de la población mundial de 1940.
Lo desafortunado es que los mayores aumentos de población ocurren precisamente en los países más pobres y subdesarrollados que precisamente son los que no pueden sostenerlo. Contrariamente, en los países ricos donde se ha logrado un equilibrio poblacional no ha sido específicamente como resultado de programas nacionales de educación familiar, sino por su nivel de desarrollo en general en términos de educación, empleo y salud. Como consecuencia de estos avances, la población por sí misma decidió tener menos hijos.
Para controlar el aumento de la población hay ciertos elementos que son necesarios. Por ejemplo, proveer más oportunidades de empleo para la mujer y sacarlas de sus casas, aumentar el nivel educativo y mejorar las condiciones sociales. Además los gobiernos pueden incorporar programas de incentivos o desincentivos financieros que tiendan a fomentar pequeñas familias. Pero sobretodo, la educación familiar es el elemento más importante y se debe recalcar que en estos programas la participación activa y consciente de la comunidad, en todos los sentidos, es primordial.
Como segundo objetivo para lograr un mundo ecológicamente sostenible será necesario proteger las tierras cultivables, siendo éstas la fuente principal de alimentos del hombre. Estudios demuestran que ha habido una reducción drástica de las tierras cultivables por razones del crecimiento urbano, construcción de carreteras, presas, etc. La erosión de la capa vegetal, la deforestación, la salinización de los acuíferos, desertificación y otras. Es obvio que estos factores están muy relacionados a las exigencias de una población creciente y sus necesidades económicas.
Quizás la mejo opción de proteger estas tierras serían programas de zonificación, designando áreas de preservación de tierras agrícolas combinada con un desarrollo integral para los habitantes de esas zonas. Esto debe incluir una reforma agraria real y efectiva que mejore su situación socioeconómica previniendo así que el campesino se vea obligado a refugiarse en las lomas donde para cultivar se procede a tumbar y luego quemar, cosa que están catastrófica para los suelos. También se deben tomar medidas que garantizan sistemas de agricultura que no deterioren la calidad de los suelos como sucede con el uso de fertilizantes, insecticidas y herbicidas químicos, un uso irracional del riego, drenaje inadecuado, métodos de siembra que aumentan la erosión, etc.
Estas y otras medidas son imprescindibles de realizar tanto por las autoridades como por los mismos agricultores si pensamos proveer suficiente comida para una población que aumenta constantemente.
Como tercer objetivo en un plan para crear un mundo ecológicamente sostenible es necesario detener la deforestación y empezar el proceso de reforestar. Realmente no son necesarias muchas palabras para describir lo importante que es esta medida. Como ejemplo tangible tenemos nuestro vecino país Haití que está casi completamente desnuda y es una de las causas principales por la miseria en que vive. Cada año la población del mundo (todos consumidores de madera de una forma u otra) aumenta por el equivalente de la población del país de México y Centroamérica combinado, sin embargo, cada año los bosques se reducen por el área equivalente del tamaño del país de Hungría.
Además de su valor económico que es bien conocido, ya que el 40% de la población del mundo utiliza leña para su cocina y calefacción, su rol ecológico es inmenso. Los bosques previenen la erosión de la capa vegetal (siendo la erosión uno de los factores principales que contribuye a la sedimentación de los ríos y reservorios) y permiten la percolación de las aguas de lluvia (previniendo así las inundaciones repentinas y otros fenómenos negativos). El reino vegetal, representado por sus bosques, es el balance al reino humano en el sentido de que mientras el hombre inhala oxígeno y expira dióxido de carbono, los bosques hacen lo contrario. Este balance se ha desequilibrado y la situación se agrava aun más, ya que la región del Amazonas, llamada por muchos como el pulmón de la tierra, está sufriendo los efectos de una deforestación a manos ásperas del hombre.
Sin embargo, hay modelos excelentes de programas de reforestación com son los de Corea del Sur, Israel y hasta el estado de Gujarat en La India. En los tres casos las medidas adoptadas beneficiaban directa y económicamente a los ciudadanos envueltos en los programas. Esto motivaba un mayor interés y participación, garantizando así el éxito a largo plazo de los esfuerzos. El uso de fincas agroforestales que son económicamente rentables, también han sido exitosas en muchos casos. Además de sembrar más árboles se hace también necesario el ejecutar medidas que disminuyan la demanda de madera; entre éstas tenemos los programas de concientización pública sobre conservación, la construcción de estufas eficientes, reciclaje de los desperdicios y otros.
El punto de reciclaje es vital y nos sugiere el cuarto objetivo que es el hecho de que tenemos que conservar más y desperdiciar menos. Hubo una época, y no ha pasado mucho tiempo, cuando las cosas eran baratas y muy abundantes y que cualquier artículo que aprecia viejo lo botábamos, produciendo así una mentalidad consumista. Esto ha llegado a tal extremo que se fabrican productos diseñados para un tiempo de uso limitado con la intención de que el consumidor tenga que comprar, dentro de poco, otro para sustituirlo. Inclusive hay productos que son descartados después de un solo uso. Como consecuencia, los recursos minerales, de hidrocarburos, de agua potable y otros se están disminuyendo aceleradamente, siendo algunos de éstos no renovables.
Los días de desperdiciar antojadizamente ya han acabado y las sociedades que no se adapten a este cambio sufrirán las consecuencias drásticas , tales como parálisis económica y eventual desintegración social. Para resolver esto es necesario, sobretodo, cambiar nuestras actitudes y no desechar todo lo que nos parezca viejo, sino conservarlo, reparándolo, reutilizándolo y reciclándolo. Además de ejecutar esta conservación a nivel familiar, también se debe realizar a nivel nacional. Por ejemplo, la reutilización de productos como botellas, papel, madera, metales, etc., debe ser obligatoria. Un caso ejemplar es en Dinamarca donde se está estudiando la posibilidad de que todos los envases de refrescos, vino, cerveza, jugos, leche, etc., sean de un solo tipo facilitando su fabricación, distribución y reutilización, ahorrando así tiempo, dinero y energía.
Pero más que nada la calidad de nuestros productos industriales tienen que mejorar para que estos sean más duraderos. Hubo un tiempo en donde había cierto orgullo en la calidad del trabajo que uno ejercía, pero con el acelerado ritmo de vida que llevamos, ya no hay tiempo para trabajar bien y con cuidado. Tenemos que entender que ya pasaron los días de lujo y que es primordial conservar lo que provee este planeta de recursos finitos.
Concomitantemente con la conservación de los recursos físicos de la tierra tenemos que desarrollar y ejecutar métodos de conservación de energía, nuestro quinto objetivo. Esto, sin duda, es especialmente importante en términos de conservar petróleo, el cual es desperdiciado descontroladamente, siendo ésta un recursos no renovable. Actualmente la República Dominicana está sufriendo las consecuencias de un uso irracional del petróleo, ya que % de nuestras divisas son destinadas nada mas a esa factura.
Para corregir ese desbalance ha sido necesario elevar el precio para el consumidor, creando así una cadena de efectos económicos negativos que están repercutiendo en la calidad de vida de todos los dominicanos. Tarde o temprano, y de eso depende la futura dirección de nuestra economía, tendremos que buscar e implementar medidas amplias de conservación del uso del petróleo.
Fuentes autorizadas nos indican que hay reservas comprobadas de petróleo para un uso de un máximo de 38 años más (tomando como base la demanda actual) y de reservas no descubiertas estimadas de uso de no más de 70 años. Las cifras para gas natural indican que este recurso también tiene una vida limitada. Solamente el carbón mineral presenta un cuadro un poco alentador, pero la explotación y uso de éste es ecológicamente muy destructivo. La desaparición inminente de petróleo presenta un desafío de grandes proporciones a nuestra civilización industrial.
Las medidas de conservación son demasiadas para enumerarlas aquí, sin embargo, éstas caen en dos categorías generales que son:
- Es necesario ejecutar nuestras actividades más eficientemente en términos de energía. Por ejemplo, nuestros vehículos, industrias, edificios, etc. deben ser diseñados para consumir menos.
- Es necesario suprimir muchas actividades que implican el uso de petróleo, como por ejemplo, apagar más bombillos, manejar menos, etc. Debemos hacer lo imprescindible y nada más.
Hay muchas oportunidades de combinar estas dos categorías de medidas para optimizar la conservación. El gobierno puede aportar mucho a través de medidas de incentivo (o desincentivo) financiero y crear regulaciones de conservación obligatoria, pero sin duda, la clave es la concientización pública. De esta manera el pueblo por sí mismo, tomará las decisiones necesarias sobre lo que tiene que hacer para garantizar un mundo futuro más viable.
La otra cara de la conservación energética es la necesidad de desarrollar fuentes y sistemas de energía renovable, siendo ésta el sexto objetivo del programa global tendente a crear una sociedad ecológicamente sostenible. Esto se hace más imperioso por el hecho de que mientras la demanda energética aumentará un 50% para el año 2000, nuestras fuentes convencionales de energía, como el petróleo, gas natural y carbón mineral, son finitas. Además, la energía nuclear, una vez vista como solución, ya no es tan prometedora. Desafortunadamente, las inversiones en esta búsqueda de fuentes alternas de energía realmente no son adecuadas ni tampoco responden a la realidad de la crisis. Nuestra economía, actualmente basada en energía no-renovable (componiendo el 79% del total consumido), sufrirá un cambio drástico y muy severo si no desarrollamos e implementamos sistemas energéticos alternos.
Las posibilidades abundan ya que en la biosfera existen muchas fuentes tales como el sol, el viento, la madera, los ríos, la geotermia, residuos animales, humanos y orgánicos, etc. Todos estos recursos son renovables y pueden ser explotados al máximo para la producción de energía. De éstos ya se sabe mucho, solamente falta una decisión definitiva para adecuarlos a nuestras necesidades. La clave del asunto es el tiempo. El reto es empezar a usar más y más el carbón mineral y gasoil hasta que los sistemas alternos estén ya en ejecución, pero no debe caber la más mínima duda de que el cambio no será fácil, ni tampoco traumático ya que los sistemas de transporte se alterarán, la distribución de la población variará de acuerdo a las nuevas fuentes de energía, la relación del campo con la ciudad se verá afectada, la posición económica relativa de todos los países (uno con el otro) cambiará de acuerdo a sus nuevos recursos (como sucedió con los países miembros de OPEP), etc.
O sea, debemos prepararnos para un mundo que obligatoriamente seguirá cambiando de forma radical, a veces pacíficamente pero también violentamente, ya que muchos tienen interés en mantener el “status quo”, cosa que ya no es posible en lo más mínimo. El reto es no solamente aceptar y adaptarse al cambio, sino promoverlo activamente participando en la búsqueda de soluciones viables, ya que la transformación es inevitable. Aunque muchos no lo perciben así, el mundo está atravesando uno de sus períodos más críticos (sino el más crítico) de su historia, ya que como nunca antes el problema es global en escala. Realmente no hay mucho tiempo porque la biosfera tiene limitaciones que el hombre no puede sobrepasar sin consecuencias catastróficas. Pero de que sobrevivimos no hay dudas, y que somos parte de un todo indivisible, tarde temprano nos uniremos en nuestros esfuerzos para dar la bienvenida a la Nueva Era, la Era de la Sociedad Ecológicamente Sostenible. De que debemos empezar ya, no debe caber la menor duda. El camino requiere perseverancia y tolerancia. Acuérdense que un viaje de mil millas se comienza con un solo paso.