La enfermedad es autoimpuesta. Nadie se enferma si no desea estar enfermo, ya que es la mente que controla el cuerpo. La mente es quien decide si el cuerpo debe enfermarse o no y la mente es una herramienta del ser interno. La enfermedad, entonces, se deriva de un deseo consciente o inconsciente de un ser trastornado y con bloqueos internos.
Cuando uno está enfermo uno se enferma solo, sin embargo cuando uno es sano y su deseo es de curar, la situación es totalmente diferente ya que en el momento que uno es sano, uno sana a los demás. Ser sano implica el equilibrio interno del ser humano y ese equilibrio se manifiesta en y sana al cuerpo. Sin embargo, no es uno quien sana sino es la energía de la vida misma que utiliza a uno como vehículo o instrumento a través del cual fluye esa energía hacia los demás. Cuando esa energía no fluye es porque existe algún un bloqueo u obstáculo y nos enfermamos. Los bloqueos son autoimpuestos y son producto del miedo con todas sus expresiones y estos son capaces de trastornar al ser humano por completo.
El miedo es la raíz de todas las enfermedades. Ser sano es poder expresar libremente el amor sin ningún temor. El amor suma mientras que el temor y el miedo restan. En el mundo relativo, o sea el mundo físico, mientras más uno da, menos tiene y mientras más uno quita al otro menos él tiene. Sin embargo en el mundo del amor mientras más uno da más uno tiene y mientras más fluye del otro hacia uno más el otro tendrá. Las leyes son opuestas. En el mundo físico siempre hay un proceso de limitación sin embargo en el mundo interno es una situación sin limites.
Ser sano produce una libertad total del ser humano ya que es una condición sin ataduras y en la cual uno no posee miedos. Consecuentemente soltamos todos esos rencores, esos celos, esos resentimientos que uno puede tener, no solamente hacia los demás, sino hacia uno mismo. Por tanto, sanear es equilibrar, equilibrarse uno mismo y equilibrar las relaciones que tenemos con los demás. Sanear es libertad, libertad total.
Quizás uno no lo reconoce, pero uno nunca es sanado solo y mientras más sano es uno, más uno sana a los demás. En si, el propósito nuestro en la vida es de ser sanos en todos los sentidos y a la vez sanear a los demás. No es una decisión consciente, es un hecho ya que en medida en que uno va buscando quienes somos uno se equilibra como ser humano y se sana, y ese proceso implica el saneamiento de los demás, uno lleva a lo otro. No son separados.
La enfermedad es un retroceso en la comprensión de lo que uno es y provoca un aislamiento del ser interno. Es como reforzar esa nube que oscurece nuestra visión de la vida y aleja la posibilidad de tener un contacto con nuestro ser verdadero.
La enfermedad tiene su raíz en el miedo y ese ego que proviene del temor. Sanear es eliminar ese miedo, es encontrarse con uno mismo entendiendo que uno no tiene límites, que realmente uno no es un ser relativo, transitorio, cambiante, sino que uno es un ser eterno. El cuerpo realmente es algo muy aparte de nosotros, es un instrumento a través del cual uno se expresa y se manifiesta, pero uno no es el cuerpo.
En el momento que somos sanos, entendemos esto. El ego, ese obstáculo creado por nosotros mismos para la comprensión de la realidad, desaparece y cuando uno elimina el ego uno elimina las enfermedades, porque el ego implica una percepción equivocada de lo que nosotros somos.