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UNA CUESTION DE BALANCE

UNA CUESTION DE BALANCE

Cuando uno trata de analizar los eventos que ocurren al nuestro alrededor, tanto pasados como presentes, se da cuenta que existen ciertos patrones en la historia de la civilización del hombre que son muy aparentes. Estos patrones ocurren en ciclos de tiempo, algunos grandes y otros pequeños, y se manifiestan como una especie de péndulum que se mueve de un extremo sabiendo que siempre volverá al otro. Parece ser que nosotros, desde las sociedades mas grandes hasta los seres humanos mas pequeños, somos partes inseparables de estos ciclos y que es a través de los mismos que evolucionamos, aunque lo hagamos conscientemente o no. En si, se podría decir que la historia nos ha demostrado que para desarrollarnos ha sido necesario experimentar estos extremos para eventualmente situarnos en el medio, en un estado de balance entre ambos.

Pero, como se manifiestan estos ciclos y donde ocurren? Ciertamente, hay muchos niveles, algunos a una escala macro de una civilización entera pero otros a nivel del mismo carácter y personalidad del individuo. Si se pudieran observar de cerca, se comprendería mucho sobre las complejidades y los mecanismos del proceso evolutivo en términos generales.

En la actualidad están ocurriendo algunos movimientos del péndulum que se destacan con mucha fuerza. Un ejemplo muy tangible a nivel mundial es el fenómeno que está teniendo mucha relevancia en estos momentos reflejándose en los cambios que están sucediendo en la órbita socialista. Aquí se nota una tendencia muy clara hacia una liberalización de esas sociedades, una mayor énfasis en los valores individuales, un mercado libre, la privatización de la economía, una descentralización de la toma de decisiones, una apertura hacia la libre expresión, etc. Esto obviamente obedece a que los modelos anteriores no estaban funcionando y que era imperante tomar medidas de reajuste. Pero, sin embargo, es interesante de que hace no mas de cuarenta años ocurrió otro movimiento muy marcado que era precisamente lo contrario a lo que está sucediendo ahora. Todos esos países experimentaron una centralización y colectivización general y a todos los niveles.

En los Estados Unidos los ciclos también se han manifestado. Como resultado de la Depresión en los años treinta se inició un ciclo importante caracterizado por una intervención masiva del Gobierno Americano en la economía con la intención de corregir la situación de crisis. Durante esta década se ha manifestado un giro importante hacia el “mercado libre” respondiendo a las pautas establecidas por el Presidente Reagan.

También en Inglaterra la Primera Ministra Thatcher detuvo la inclinación socialista que se venía dando e inició todo un proceso hacia el mercado libre. En América Latina, como en muchas otras regiones del mundo, se ha producido grandes épocas de cambio, casi cada una lo opuesto al anterior en su enfoque: el colonialismo, la lucha por la libertad, las dictaduras y luego el auge actual hacia la democracia.

En otro sentido las fluctuaciones también se manifiestan en términos eminentemente culturales. El Oriente poseía unas tradiciones y una mentalidad muy definida, siendo esta con una orientación colectiva, intuitiva y casi esotérica. El Occidente manifestaba una tendencia opuesta, bastante materialista y claramente individualista. Obviamente esto sigue ocurriendo, pero la péndula está moviendo en la dirección contraria en ambos casos. La China y el Japón, por ejemplo, están experimentando con los valores occidentales, pero a la vez están aportando sus conocimientos muy sublimes a nuestra forma de pensar muy terrenales. El Occidente era una vez una cosa y el Oriente era otra; ahora ambos están moviéndose hacia el otro creando así una integración de ambos.

También nosotros como seres humanos experimentamos con un extremo para luego pasar a su contrario, siempre en una forma diferente cada vez que suceda, nunca igual. En un momento de nuestras vidas somos guiados por nuestro sentido lógico o intelectual, pero en otro nos orientamos por las emociones. Hay épocas cuando los gustos materiales son predominantes, pero en otras necesitamos del apoyo espiritual, cualesquiera que ese sea. Así aprendemos. El ser humano, tal como nuestra colectividad, la sociedad, tiene que saborear los extremos, moviéndose como el péndulum para luego ir hacia un balance de enfoques, de valores y de principios. Así tiene que ser. Es un balance entre lo emocional y lo intelectual, entre lo material y lo espiritual (externo vs. interno), entre los deseos personales y las necesidades de los demás, entre lo individual y lo colectivo, entre los criterios occidentales y los orientales, entre la especialización y lo integral, entre los criterios eminentemente sociales y los económicos, entre lo viejo y el nuevo, y así, sucesivamente. En realidad, en el fondo estos aspectos no son totalmente opuestos, sino, mas bien, son dos caras de la misma moneda que se complementan y cuando existen en un estado de balance se crea algo mas grande que meramente la suma de ambos. Es hacia eso que el ser humano debe dirigirse.

No es la intención de este artículo de sobre simplificar lo expuesto, pero si de señalar que nosotros, para poder aprender, nos movemos entre estos dos polos, saboreando cada uno, para luego encontrar un punto de equilibrio entre ambos. Esto se da constantemente y si no ocurre así, el resultado inevitable es el extremismo y los excesos que suceden a cada cierto tiempo con consecuencias catastróficas, no solamente para el ser humano, pero además para el planeta. La evolución es como una especie de escalera en forma de espiral. Nos ascendemos constantemente, siempre hacia arriba, palpando los extremos, pero siempre volviendo al centro, a la integración y al equilibrio. Es una cuestión de balance.