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UNA REORIENTACION DE NUESTROS VALORES

UNA REORIENTACION DE NUESTROS VALORES

Desde el comienzo de la historia escrita parece que el ser humano ha hecho poco más que luchar con él mismo, con los demás y con todo lo que le rodea en un intento de descubrir quién es verdaderamente, qué hace en este planeta y hacia dónde va. Sin duda, el esfuerzo ha sido monumental y con beneficios tangibles.

Hemos logrado pasos tremendos en todas las ciencias físicas como la medicina, la química, la física, la ingeniería, la genética y otras. Hasta hemos aterrizado en la luna, dividido el átomo, creado inteligencia artificial y órganos humanos, además de poder comunicar instantáneamente con cualquier parte del planeta. Sin embargo, en el transcurso apenas nos llevamos uno con el otro. Hemos cometido atrocidades en contra de nuestra propia raza, extinguido numerosas especies de animales y plantas y a la vez envenenando la biosfera que nos provee la vida creando lo que parece ser una situación de casi autodestrucción. Estamos desorientados persiguiendo nuestras colas en círculos viciosos, violentos y descontrolados.

Por qué es esto? Qué es lo que ha sucedido a nuestro sentido de propósito y de principio? Por qué hemos sido, por un lado, tan exitosos en aplicar nuestra inteligencia en resolver nuestras necesidades físicas pero, por otro lado, invertimos la misma medida de energía y recursos en acciones que ponen en peligro nuestro propia sobrevivencia?

Quizás es porqué nuestros motivos han sido mal orientados y porque los valores en que nuestra sociedad se ha basado (que son, en esencia, los cimientos de ésta) han sido mal formulados y mal manejados. Hemos enfatizado y nos hemos apegado a todo eso que es transitorio, pasajero o impermanente; las cosas que irónicamente no nos pertenecen. Por ejemplo, consideramos que el propósito de la vida es de acumular riquezas, bienes materiales y poder. Hacia este fin dedicamos las acciones de una vida entera para luego dejarlo todo atrás al momento de fallecer.

Por tanto, nada de eso era realmente nuestro, ya que uno no puede perder algo que verdaderamente le pertenece. Es casi triste cuando uno ve personas con posesiones caras (como carros, ropa, casa) creyendo que estas les convierten en un ser humano mejor, o más mujer o más hombre. El apego es tan fuerte, que millones de personas defienden lo que no es de ellos, mientras que millones de personas más tratan de quitárselos. En esencia, no es posible poseer lo que no es nuestro, tal como la tierra, el aire, los océanos, los ríos, los lagos, los bosques, los animales y hasta las personas.

Esas cosas que son transitorias también son relativas. Las culturas, las ideologías, los sistemas sociales y hasta en cierto grado, el intelecto, son transitorios y poseen cualidades que son relativas en el espacio y tiempo donde existen. Ninguno es mejor o peor, solamente diferente y relativo a las circunstancias que los define. Sin embargo, invertimos mucho tiempo y esfuerzo en defender nuestros supuestamente superiores (pero relativos) valores, no entendiendo que en realidad son ilusiones.

Apegarse a algo que es transitorio o relativo solamente puede traer sufrimiento. Esto ocurre sencillamente porque no importa cuanto uno trata de aferrarse a un objeto material o a un valor relativo, estos siempre se desvanecerán. Por ejemplo, se roban los automóviles, se queman las casas, se gastan las ropas, se quiebran las compañías, las ideas cambian y así sucesivamente con todo lo que es transitorio. El miedo de perder algo que uno sabe (aunque sea solamente subconscientemente) que no es de uno, puede llevar a muchas personas y hasta naciones, a cometer atrocidades. Tener miedo es destruir.

El hombre tiene que ubicar lo relativo donde pertenece. Tenemos que comprender que estas cosas no son nuestras, sino que son simplemente las manifestaciones externas (y por tanto, las herramientas o expresiones) de eso que es la eterna fuente de la vida. Solamente los principios y valores universales pueden considerarse verdaderamente nuestros, y si entendemos esto, no habrá temor a perderlos o que otro lo pueda quitar, sencillamente porque eso es imposible. Cuando finalmente reconozcamos esto, podremos compartir libremente todo lo que existe.

Y cuáles son estos valores y principios eternos? Y en qué debemos basar nuestras actividades y acciones? Amor universal basado en la comprensión de la unidad esencial de la vida. De esto se deriva todo lo demás.