Denuncias

VIENDO EL, ÁRBOL Y NO EL BOSQUE

VIENDO EL, ÁRBOL Y NO EL BOSQUE

Sin darnos cuenta, una nueva civilización está emergiendo. Tan profundamente revolucionaria es ésta que desafía todos nuestros conceptos, dogmas e ideologías convencionales sin importarle el valor que éstas han tenido para nosotros o de utilidad que nos ha desempeñado en el pasado, ni tampoco cualquier apego que podamos sentir hacia éstos. El mundo que está surgiendo es producto del conflicto causado por el impacto de los nuevos valores, tecnologías, estilos de vida, relaciones geopolíticas y medios de comunicaciones. En sí nada del pasado nos servirá para definir el cambio tan drástico que espera nuestra sociedad. El amanecer de esta era es el evento de más trascendencia de nuestras vidas.

Las evidencias del cambio abundan y solamente hay que buscarlas para encontrarlas. En sí, se puede decir que éstas van en aumento cada día más. Entre éstas tenemos el surgimiento de una verdadera conciencia colectiva mundial que está rompiendo las barreras religiosas, raciales, sexuales, sociales, políticas y económicas. Hay más participación real en la toma de decisiones a todos los niveles, un sentido creciente de responsabilidad no solamente sobre los asuntos personales individuales, sino también sobre el prójimo (sea éste un nómada Somalí muriendo de hambre, un oprimido político en Bosnia-Hercegovina o un refugiado religioso del Tibet) y sobre la protección de nuestros recursos naturales y de los seres miembros de los reinos vegetal y animal. Eso y mucho más está ocurriendo delante de nuestros ojos.

La humanidad enfrenta un salto quantum en su evolución, representado por una transformación socio-económica y política tan fundamental que es única en nuestra historia. Sin darnos cuenta, estamos construyendo una civilización nueva. Sin embargo, no es inevitable que esta transformación sea positiva. El periodo de transición será caracterizado por un caos social y político, enfrentamientos violentos, anarquía económica, conflictos religiosos y otros. Durante este cambio los valores de la presente época evidenciarán una franca desintegración y habrá movimientos y demagogos autoritarios que buscarán y posiblemente obtendrán el poder. Por tanto, no debemos mantenernos tranquilos simplemente esperando lo que aparenta ser inevitable. El enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo presenta riesgos y peligros de una escala titánica.

Sin embargo, el Ser Humano sobrevivirá y necesariamente tendrá que cambiar para poder seguir existiendo. La civilización embriónica tendrá que basarse en los recursos que son autosostenidos y renovables en vez de desperdiciables. Nadie realmente sabe con exactitud cómo será esta nueva civilización. Por esta razón no debemos pensar en una sola masiva reorganización, de una sola revolución o de un cataclismo impuesto desde arriba, sino en miles de pequeños ajustes que nos permitiría experimentar nuevos modelos de estructuras políticas, económicas y sociales y así asegurarnos de una transición más coherente al mundo que inevitablemente nos espera.

En conclusión, es imprescindible ampliar esta visión de los acontecimientos que nos rodean para poder entender hacia donde nos dirigimos, recordando siempre que a veces perdemos vista del bosque mirando nada más a los árboles.